Hay una serie de personas, no muchos, a penas un 2%, una cantidad que ni si quiera reflejan los mayores cocientes intelectuales del planeta, pero sí el dinero. El dinero puede engañar a ese 2% de personas y al otro 98% por igual. Y algún instinto insatisfecho y oscuro de nuestros remanentes prehistóricos debe de andar enredando para que seamos tan susceptibles de ello.
Ese 2%, los más ricos del planeta, puede que no crearan el juego, pero lo han comprado. El juego, las reglas, el mazo de las cartas y la casilla de salida. Es un juego de mierda, esto es así.
Normalmente, uno no juega a un juego de mierda que además está hecho para que gane el mismo jugador una y otra vez. Mi padre, cuando jugabamos al monopoly, se partía el culo de la risa con nosotros. Nos esquilmaba sin compasión. Y cada vez que alguien no podía pagarle, en vez de sacarle del juego, le cambiaba el fregar los platos esa noche -o similar- por poder pasar por su edificadísima casilla de Lavapiés.
No solo el juego se hacía aburridísimo, sino que mi hermano y yo salíamos humillados y cargados de tareas por un mes tras haber perdido una tarde entera. Hasta que no volvimos a jugar a nada con él, claro.
Sin embargo en el juego del 2% uno no puede elegir no jugar. Es tu obligación como ciudadano responsable que vive en democracia caer en la edificadísima casilla de Lavapiés. Y da gracias por ser de los pocos que viven en esa llamada democracia.
Cuando una tribu mataba a las mujeres y niños de la tribu de al lado, lo hacían con un propósito. Tal vez algunos enajenados lo hicieran por puro vicio, pero en la visión global del "ministerio" de asuntos exteriores del chamán de turno tal vileza tenía un propósito. La forma salvaje ha cambiado, pero el propósito sigue estando ahí, tras los chamanes del 2%.
El planeta lleva casi cinco mil millones de años ahí, y ha sobrevivido a cosas peores que las descritas en cualquier librito sagrado. Y seguirá estando allí. Cuando oigo a alguien decir eso de "nos estamos cargando el planeta" no puedo por menos que sonreír: cuánta condescendencia por parte de un microbio venido a más. No. Nos estamos condenando a nosotros mismos. El 2% desea perpetuarse el tiempo que sea mientras los demás aguantemos, y lo que venga después da igual.
Pero siempre hay futuro. Siempre está la posibilidad. Lo que no tiene remedio es el pasado. Todo depende del tiempo que tardemos en entender esto, en liberarnos y en cambiar las cosas. Y me temo que no va a ser pronto: todo indica que, desde nuestro Lavapiés, vamos a seguir jugando y dejandolo todo en manos del 2% que nos ha traido hasta aquí.
2 comentarios:
Es sabido que en las partidas de Risk y de Axis & Allies en ocasiones los jugadores que se cabrean con los demás pueden lanzar por los aires tablero, fichas, etc. Es una idea.
Yo creo que si se puede elegir no jugar, pero es más cansado.
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