Los portadores de la verdad única y sagrada vuelven a la carga. La virtud divina y eterna encuentra nuevamente su fuerza en Hazte Oír, la Asociación Estatal de Abogados Cristianos y algún cristofriki más, tal es el poder del Dios del desierto.
Entiendo que cada uno es fruto (o víctima) de su sopa primigenia familiar. Si hay quien afronta la crísis contrayendo matrimonio con Doña Cayetana, cómo no entender que frente a la propia vida haya quien necesite a la garrapata de la religión. Y tampoco es que hablemos de Matrix, no. El cristo-fandom es absolutamente permeable, y de ahí que haya que protegerlo furibundamente contra el laicismo y la libertad de expresión. La libertad de expresión de otros, se entiende.
Esta semana la pasión más fervorosa ha de demostrarse en las calles. Esas calles y esa iglesia que pago yo con mis impuestos. Esas calles donde no hay cabida a la chirigota atea, al blasfemo y malintencionado escarnio de lo sacro, capaz de ofender la sensibilidad y el sentimiento de la sempiterna víctima: el manso rebaño de nuestro buen Señor.
Es cierto, era pura intención de provocar, de faltar al respeto. Un atentado a la libertad de esas buenas, altas y sensibilísimas personas que van a dejarse la espalda en carne viva, a llorar y a derramar sangre y cera en mi calle en nombre de su Dios, representado (él o algún pokémon de su virginal mamá) en un pedazo de abedúl policromado en acrílico. Y lo harán, no ya frente a sus propios hijos, sino frente a los de cualquiera que pase por allí.
Normal que tengan que exigir con beligerancia ese respeto por tan edificantes tradiciones que, inexplicablemente, "nadie" les brinda...
1 comentario:
Espero que salgan mil memes con los memos que se pongan a llorar cuando les llueva en las procesiones. Será lo que se merezcan.
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