miércoles, julio 06, 2011

Datos terríblemente inútiles que os harán mejores personas

Me vais a perdonar, pero con esto de las vacaciones hasta tengo ganas de escribir.

GPS
Seguro que la gran mayoría de los que seáis conductores tenéis un GPS. El sistema GPS es un proyecto militar del ejército estadounidense, que a medida que ha podido liberar recursos, se ha aplicado a la vida civil. El sistema en sí es bastante "sencillo": emites una señal de radio y los satélites del sistema GPS triangulan tu posición en relación a otro punto fijo previamente determinado. Y lo consigue con una precisión increíble. Pero esto no ha sido así siempre. El otro día os pegue una chapa terrible con la Relatividad General de Einstein, y pensando en el sistema de posicionamiento global encontré otro ejemplo de ese enunciado. La masa de la Tierra no genera la fuerza de la gravedad en sí, sino que distorsiona el contínuo espacio-tiempo, que se deforma a su paso, y a la vez el movimiento tanto de rotación del planeta como el de la órbita de los propios satélites afectan a la percepción del propio tiempo. De este modo, el tiempo en la superficie de la tierra (tu coche, tu tom-tom, el centro de coordinación de datos de la NASA) transcurre a un ritmo diferente al de la órbita de los satélites GPS. Si los relojes de los satélites no estuviesen programados para correr más despacio (infinitesimalmente, prácticamente despreciable, pero necesariamente preciso), el sistema sufriría un desajuste de entre diez y doce kilómetros diarios. Piensa en ello la próxima vez que vayas en coche: estarás experimentando de primera mano la relatividad general.

FOTÓN
El Sol es un enorme reactor de fusión nuclear contenido por su propia masa. Cuando un sistema solar se forma, consiste en un montón de polvo concentrandose poco a poco, cada vez más denso y, por las leyes de la termodinámica, rotando cada vez con más fuerza a medida que la presión aumenta. Cerca del centro del remolino de materia se concentra el polvo más denso que pudiese haber en las inmediaciones, por eso en nuestro sistema solar los cuatro planetas del interior son rocosos, y los cuatro exteriores gigantes gaseosos. En el núcleo llega un momento en el que se ha acumulado tanta materia que la temperatura se dispara por la propia presión, la fuerza nuclear de los átomos no resiste la presión, y comienza la fusión atómica. Así nació nuestro Sol. Sin embargo, desde que su núcleo comenzó el proceso de fusión, hasta que la ignición alcanzó las capas exteriores de la propia estrella, transcurrieron mil años. Cuando por fin la furia nuclear afloró y el Sol fue una estrella completa, la onda expansiva arrojó con furia todos los elementos superficiales que aún no habían sido capaces de aferrarse a los cientos de planetas emergentes (otras condensaciones de materia giratoria que poco a poco fueron cuajándose alrededor de la estrella, y que tras el paso de miles de años se desmenuzarán en una lucha salvaje entre ellos, descomponiéndose y uniéndose de nuevo, hasta que, transcurridos millones de años, se enfríen y acaben siendo los planetas y lunas que conocemos hoy). Del Sol se pueden enumerar muchas curiosidades, pero hay una que a mí me gusta especialmente: al igual que cuando nació, los fotones que se desprenden en la reacción nuclear en el interior de nuestro Sol, siguen tardando mil años en aflorar hasta la superficie, luchando contra otras partículas y fuerzas extremas, antes de poder liberarse e inciar su viaje infinito por el cosmos (o interactuar eléctricamente con nuestros ojos a los ocho minutos de viaje).

MARTE
Es casi recursivo que en la ciencia ficción nos pinten un Marte "terraformado": un Marte al que le hemos provisto de una nueva atmósfera. Algunos recordaréis esta escena de Desafío Total, por ejemplo. Si bien la idea es aún peor que la expresión "quedarse a ver crecer el césped", sí tiene su principio científico válido... salvo en el caso de Marte. Veréis, es casi un hecho que Marte tuvo atmósfera alguna vez. Del mismo modo que, a su vez, debió de tener un campo electromagnético que la protegiese del viento solar. Sin un campo electromagnético que atrape las partículas de plasma del Sol, la atmósfera de un planeta se desvanecería en el vacío; sería como soplar un diente de león. ¿Cómo perdió Marte su campo magnético?
Pues no lo sabemos, pero probablemente sus dos "lunas" (por llamar de alguna manera a esos dos pedazos de roca retorcida) fueron testigos de primera mano. La Tierra, pese a ser pequeña, posée un núcleo densísimo de hierro en estado líquido. La presión y la temperatura hacen que esté constantemente en movimiento, y eso genera algo parecido a la imagen de la izquierda. Marte, por el contrario, tiene un núcleo más tieso que un huevo kinder, y lo único que consigue generar son bonitos imanes itinerantes que no valen para nada (a la derecha). De manera que, Arnold, estupendos efectos especiales, pero diez segundos después el planeta rojo volvería a ser rojo y tú volverías a ser una salchicha austriaca... aunque un poco más hecha.

3 comentarios:

Illuminatus dijo...

Bueno, con un poco de tiempo puede ser que lleguemos a manejar suficiente energía como para poner en movimiento el puñetero núcleo de Marte. Más o menos al mismo tiempo que tengamos energía para poder terraformarlo propiamente, vaya.

LoKKie dijo...

Mas o menos,que da igual lo que nos inventemos para hacer marte habitable,no va a furular,no? :S

pilar dijo...

Ya está....ya soy mejor????