lunes, octubre 22, 2012

Referencia

Ustedes disculpen el estertor, pero es que en twitter a veces no me da el espacio para expresarme, prodigiosa capacidad de síntesis mía mediante. Sirva esta entrada (a mi, sobre todo) para poder dar rápida referencia y explicación de por qué nuestra situación económica asusta. Diferenciaremos varios temas a desarrollar:

DEUDA SOBERANA. Todo estado tiene un presupuesto. Supongamos que somos un estado y hemos de calcular nuestros gastos para todo un año. Sea el presupuesto que sea, mis ingresos vendrán en forma de impuestos a lo largo de ese año. Las empresas cerrarán sus ejercicios, los asalariados tendrán sus retenciones, los autónomos declararán cada tantos meses, y el IVA del pan me lo dará el señor panadero cuando justifique su actividad. Pero, mientras todo ese dinero se va sedimentando en mis arcas, yo voy a necesitar líquido desde el primer momento. Amén de que siempre hay gastos imprevistos, como en toda comunidad. Pues lo que hago es emitir deuda. Voy al mercado internacional (bancos, fondos de inversión, etc) y pido dinero, tal cual. Y me comprometo a devolverlo con un interés, evidentemente. Lo que marca ese interés es, de manera simplificada, la oferta y la demanda: si hay mucha gente interesada en comprar mi deuda (por ser un valor estable y seguro) yo venderé siempre con el menor interés posible que encuentre y me ofrezcan. Y no hay más. Y, al igual que las gasolineras pactan sus precios, el mercado internacional (que son personas con nombre y apellidos) pueden ponerse de acuerdo para no comprar ninguno deuda de mi estado a menos de un interés X. El consiguiente escenario, en un primer momento, pueden ser un montón de firmas financieras holandesas, alemanas y francesas comprándome deuda soberana a mansalva, toda ella a un interés desproporcionado. Y ese interés desproporcionado se corresponde, según el manual, a lo arriesgado que es invertir en mí. Yo, como estado que tiene unos gastos, no me puedo negar a buscar financiación en estos mercados. Entre otras cosas porque, pese a que las propias entidades financieras pueden optar a comprar dinero al Banco Central Europeo a un 1% de interés, alguien dictaminó que los estados no podían; que eso era malo. Por supuesto, nada tiene de malo que un banco compre dinero a un 1% y con ese mismo dinero financie mi deuda a un 6%. Por ejemplo. Y esto ya nos va dando pistas de quién dicta lo que es bueno y lo que es malo, pero esto daría para otro post en sí mismo. Pasemos a un segundo momento de ése escenario: irrumpe una recesión económica mundial que lleva tiempo anunciándose y yo, que no pude negarme a firmar los intereses que me impusieron, ahora no puedo hacerles frente. Estoy jodido y he de declararme en quiebra. Y esas entidades holandesas, alemanas y francesas igualmente han de hacer frente a lo que firmaron: invirtieron en un valor de alto riesgo y el riesgo se ha cumplido. Esto significa que el dinero se ha perdido, y que en los próximos años voy a ser un apestado y voy a tener que blindarme al mercado exterior, renunciar a las importaciones, al coltán, al petróleo y a su puta madre, tirar el valor de mi moneda y esperar a que pase el temporal (muy a grandes rasgos). Pero he aquí que en un tercer momento de mi escenario, esas entidades holandesas, alemanas y francesas no están dispuestas a asumir la pérdida de su dinero. Y usan su herramienta política. Y como yo estoy en la posición más débil de una moneda común, los presidentes de Francia y Alemania me imponen un comité con el pretexto de ayudarme. "Seamos serios y cumplamos nuestros compromisos de deuda", dirán haciendo un uso muy libre de la primera persona del plural gramatical. Podemos traducirlo perfectamente con un "oiga, usted prometió hacer aún más ricos a nuestros bancos, y nos vamos a asegurar de que así sea". El cuarto momento es un descuartizamiento político y social de mi soberanía. Se me troceará y venderá por lotes, indistintamente del valor que se me quiera dar, en una subasta frenética que agotará todos mis recursos como estado. Personalmente me gusta la expresión "somalización" para definir esto último.

POSIBILIDADES. Por otro lado, tenemos unas entidades financieras locales. Bancos privados que financian partidos políticos y cajas de ahorros que financian localmente los proyectos de los políticos una vez se establecen en el poder. Con esto no quiero alimentar insidias sobre nuestra clase política: todos son ejemplares servidores públicos que, como las ballenas, varan al final de su carrera sus maltrechos huesos en consejos de administración y similares; por méritos propios, siempre. Y en el camino también pueden gestionar parte de esas mismas cajas de ahorros, entidades semi-públicas (curioso concepto que sólo existe en nuestro país) que requieren del cercano escrutinio del servidor público para velar por que sus fondos sean usados para hacer el bien común. El bien común puede ser eliminar prestaciones a sus empleados fuera de Euskadi, regalar hectáreas de terreno edificable a la iglesia, hacer de España el segundo país del mundo con más kilómetros de tren de alta velocidad del mundo después de China, o construir aeropuertos y circuitos de fórmula 1, eso ya depende de la idiosincrasia local. Común a todas ha sido, por supuesto, el ir de la mano de constructores y promotores para facilitarnos a todos el acceso a una vivienda digna. Y tal a sido su empeño, que el infladísimo precio del recientemente liberado terreno no ha sido óbice a la hora de ayudarnos a todos; y cuando han tenido que buscar en entidades financieras holandesas, alemanas y francesas los fondos que no disponían de nuestras rentas, nada les ha detenido. -Ahora copio y pego del apartado anterior, que hacer el mismo trabajo dos veces es como muy analógico y muy de los 80-. Pasemos a un segundo momento de ése escenario: irrumpe una recesión económica mundial que lleva tiempo anunciándose y yo, que no pude negarme a firmar los intereses que me impusieron, ahora no puedo hacerles frente. El crédito frena en seco. La gente deja de comprar ladrillo. Es más, parte de los que compraron ladrillo a crédito (todos) no pueden pagarlo. Holanda, Francia y Alemania (los mercados) cierran el grifo. La música deja de sonar y no hay una puta silla libre. Los bancos y cajas de ahorros pringan, asumen su mala gestión del crédito que dieron con tanta alegría entre hipotecas, inversiones de alto riesgo, puentes de Calatrava, estaciones del AVE y demás zarandajas y finalmente se declaran en quiebra. No, claro que no. Ni de coña. Todas las cajas se callan como putas, aguantan las elecciones que hagan falta y en vez de decir que pierden miles de millones de euros todos los años... siguen declarando beneficios. Y cuando todo eso revienta, ¿qué deciden hacer los políticos que las que han gestionado? Pues los cargos ejecutivos salen por peteneras con el riñoncito caliente cobrando millones en indemnizaciones. Y los que no son ejecutivos deciden fusionarlas y privatizarlas, intentando cubrir agujeros allí donde se pueda. ¿Y donde no se pueda? Pues se hace lo contrario: se nacionalizan o se apuntalan con el llamado "banco malo", y se nos casca otro grueso de deuda a los ciudadanos. No hay culpables. Los tres poderes cierran filas e identifican al ciudadano como el responsable, cuando no directamente como el enemigo. La culpa es nuestra por haber vivido por encima de nuestras posibilidades.

RECORTES. Aquí no me voy a enrollar porque todos vemos lo que está pasando. El proceso de somalización es largo y, al igual que en el monopoly cuando todas las casillas pertenecen a un sólo jugador, seguir dandole vueltas al tema es absurdo. Bien harían esos aguerridos castrenses que tiran de constitución para recordarnos que Cataluña no puede amenazar la unidad, independencia y soberanía de España, aplicar los mismos sagrados preceptos al invasor extranjero. Pero el enemigo está en casa, bien alto, y a sueldo de ése brazo político de las entidades financieras europeas. Mientras el cuerpo aguante, el ayuntamiento de Madrid tendrá tantos coches oficiales como suman los ayuntamientos del resto de la UE, la educación pública será estrangulada y regalada, los leones del congreso seguirán incólumes en su sitio mientras se cierran hospitales, seguiremos presupuestando miles de millones en defensa, tanques y aviones tan necesarios en estos momentos, cerraremos proyectos de investigación, malvenderemos proyectos en desarrollo y la santa madre iglesia seguirá recibiendo tanto o más dinero que nuestra sanidad y educación públicas. En todo entrará el capital privado como una metástasis terminal, y en todo capital privado habrá políticos dando y recibiendo. Los ricos serán más ricos. Todo lo demás será miseria.

CONCLUSIÓN. Empecé a trabajar por 82.000 pesetas al mes en el sector de las telecomunicaciones hace 12 años (tuve trabajos anteriores, pero no en el sector que ha terminado siendo mi profesión). Entonces, quienes se dedicaban al andamio y cobraban hasta tres y cuatro veces más que yo se reían de mí. A día de hoy no estoy mucho mejor, en todos estos años mis condiciones laborales no han mejorado mucho, hasta el punto de que tengo trabajo de puro milagro. Personalmente podría decir que no he conocido otra cosa que no haya sido un perpétuo estado de crísis, y me atrevería a atribuirlo a la coyuntura política (financiera, empresarial) de este país. Y los del andamio ahora están bastante más jodidos, pero siguen riéndose de mí. En la urna. Tal es así, que el país está a punto de caramelo para que aparezca un Berlusconi, un Jesús Gil o un LePen, y se lleve a todos los tontos de calle. Podría decirse que por fin el capitalismo, en España, lo está petando.


1 comentario:

pseudosocióloga dijo...

Y nosotros lo consentimos.