sábado, junio 18, 2011

Síndrome de Pa’nar

Seguro que todos sabéis quién fue Isaac Newton. Y, si habéis ido un par de días seguidos al colegio, probablemente conoceréis su Ley de la Gravitación Universal. Newton revolucionó el mundo científico con su visión de la gravedad en 1685, y consiguió explicar la mecánica de nuestro Sistema Solar con tal precisión, que incluso le debemos en parte el éxito de la expedición lunar del Apolo 11 (y prácticamente cualquier empresa que hayamos llevado al espacio). Pero la Ley de la Gravitación Universal no es perfecta. Y eso, en términos científicos, no es bueno.

A mediados del siglo XIX, se podía usar cualquier planeta conocido como un reloj infalible. Todos salvo Mercurio. Al medir la velocidad a la que se desplazaba Mercurio, el planeta más cercano al Sol (realmente cercano), e intentar predecir el momento en el que debía reaparecer en cada órbita desde detrás de nuestra estrella, resulta que el muy puñetero se retrasaba siempre 43 segundos. No es mucho, pero lo suficiente como para obsesionar al matemático y astrónomo francés Urbain Le Verrier.

En 1859, a Le Verrier ni se le pasó por la cabeza cuestionarse el paradigma científico que estableció Newton, y no se le ocurrió otra cosa que despejar la incógnita de Mercurio inventándose otro planeta: Vulcano. Y para que Vulcano pudiese existir sin que nosotros le viésemos tenía que estar realmente cerca del Sol o, mejor aún, situarse en una órbita exactamente opuesta a la de la Tierra, al otro lado del astro Rey, y que retrasaba a Mercurio esos 43 segundos en cada órbita solar.

Algo peregrino, sí, pero explicaba el retraso de Mercurio y se adaptaba a la Ley de Gravitación de Isaac Newton. Y, lo que es peor, era lo único que nadie consiguió conjeturar para hacer que todo encajase con las leyes de la física de aquél entonces.

Hubo que esperar hasta 1915 para que Albert Einstein completase el trabajo del mismísimo Isaac Newton y estableciese el nuevo paradigma: la Teoría de la Relatividad General. Para que os hagáis una idea de lo revolucionario del pensamiento de Einstein, su premio Nobel no le fue otorgado por esta Teoría, sino por sus trabajos sobre el efecto fotoeléctrico: el comité encargado de evaluar su Relatividad General, tras ocho años de estudiarla, no consiguieron comprenderla del todo.

Einstein no sólo explicó el comportamiento o el origen de la gravedad, sino que definió la gravedad en sí misma mediante el contínuo espacio-tiempo. La gravedad no es una fuerza como tal: si estuvieses en un avión en caída libre te sentirías ingrávido, pero en ningún momento notarías ninguna fuerza actuando sobre ti. En lugar de eso, Einstein determinó que el Sol, los planetas, y absolutamente toda la materia crea una deformación en el tejido de las tres dimensiones y el tiempo. Si trasladamos esto a la paradoja de Mercurio, veremos que las fórmulas de Einstein explican perfectamente la órbita de Mercurio sin necesidad de Vulcano: al estar más cerca del Sol (o, mejor dicho, de la distorsión que el Sol crea en la fábrica del espacio-tiempo), no sólo la órbita de Mercurio es más cerrada y aguda, si no que el tiempo también es diferente. Esos 43 segundos que nosotros percibimos aquí, en Mercurio no han pasado (si al pensar en esto sentís como vértigo, es que lo he explicado bien).

Y Gracias a Einstein y su Relatividad General todo en el universo fue entendible... durante un rato. Hoy en día sabemos que, según nuestras leyes de la física al universo le faltaría un 94% de la materia necesaria para hacer que se sea como es. Para que os hagáis una idea, si observamos el comportamiento de los planetas del Sistema Solar veremos que, cuanto más lejos del Sol, más lento es su movimiento de traslación dado que la deformación solar del espacio-tiempo es menor. Pero si observamos una galaxia veremos que gira uniformemente: la materia cercana al núcleo y la que hay en su periferia se desplazan sobre la misma perpendicular del radio. Y como eso no tiene sentido, para que encaje con el paradigma actual son necesarias la materia oscura y la energía oscura: cosas que no podemos percibir pero que necesariamente han de estar ahí. El nuevo Vulcano se llama modelo estándar de física de partículas.

Ojo, que ni la desprecio ni la refuto. Actualmente es la mejor explicación que la comunidad científica ha dado y, desde luego, en todas las simulaciones y ecuaciones que se han formulado, funcionan. Es más, la ciencia no puede existir sin hipótesis. Pero lo que quiero decir, y por lo que me ha dado por contaros todo este tochazo, es que siempre hay que mantenerse humildes y escépticos: por mucho que queramos que la realidad se adapte a nuestra concepción del universo, la verdad y la naturaleza de las cosas son inmutables, y poco les preocupa a ellas que las entendamos o no. Y quizá tengan que pasar otros trescientos años para que un nuevo Einstein venga a dejarnos con el culo torcido.

5 comentarios:

LoKKie dijo...

Mola. Para que luego digan que está todo inventado!. Te falta explicar la teoria de cuerdas y se te llena el blog de fans de Big Bang xD

A pesar de ser de letras puras tengo una buena cantidad de libros de astronomía en casa! xD asi que de algo me entero,al menos :P

Illuminatus dijo...

La cuestión en cosmología es que los paradigmas sólo pueden cambiarse cuando existe un modelo tan distinto pero comprensivo e incluyente que supera un cierto umbral de energía.

Es mucho más jodido, desde las matemáticas, conseguir un modelo nuevo que resuelva todos los problemas haciendo que todo encaje desde cero que hacer excepciones y parches a un modelo ya existente.

Te dejo este enlace para que veas si te convencen algunos de los datos que hay (hay más cosas si buscas en PubMed pero no todo está accesible gratis).

pseudosocióloga dijo...

Escéptica vale pero ¿humilde?, no veo porqué.

Hans dijo...

Absolutamente impresionado. Una explicación imponente. Y no es la primera que leo en este blog esta tarde.
Siempre pienso que si hubiese tenido profesores de materias científicas con tu destreza explicando tal vez no sería tan radicalmente de letras.

Goethita dijo...

No todo el mundo siente ese vértigo, ni lo entiende, claro. ¡Te has descubierto!